martes, 10 de marzo de 2009

Las bendiciones las trae el tiempo

Esta mañana la inicié escuchando una radio local en donde nos recordaban que hace 8 años hubo un trágico terremoto en el país, triste hecho que marcó la vida de muchos.

Los conductores del programa radial hacian recuento de los daños y a su vez enumeraron toda la infraestructura que se levantó luego del desastre, el éxito que muchos salvadoreños han tenido como fruto de su esfuerzo y el corage que hace que pueblos como el nuestro no se estanque sino que se transforme para una mejora. Radioescuchas que habían sido tocados por esta tragedia llamaron a la radio y contaron cómo a partir de ese momento sus vidas cambiaron, y a pesar de la pérdida, para la mayoría ha sido la búsqueda y el encuentro de cambios positivos.

Entonces empecé a recorrer mi vida y recordé qué y quien era yo. Recordé que hace 8 años yo no conocía al que ahora es mi esposo y mucho menos pensaba en tener como parte de mi vida a Maria Fernanda, mi hijita…entonces me dije: definitivamente las bendiciones las trae el tiempo y Dios te las da en su tiempo.

Cuando uno está pequeñito vive al máximo cada momento, sin pensar en qué va a pasar en el futuro. Uno chiquito no se afana, solo vive para ir al colegio, hacer tareas, comer y jugar.

Años más tarde, en la adolescencia las mamas viven diciéndole a uno: no te preocupes hijita ya vas a olvidar a ese muchacho, solo deja que pase el tiempo…y en efecto así es, así como el tiempo cura raspones y heridas físicas; así al dejar pasar el tiempo se cura hasta el corazón.

Ahora reflexionando aún más me doy cuenta de que nada ha sido por gusto, que Dios en su omnipotencia sabe cómo mover cada pieza de tu vida y todo para que cuando estes grande te des cuenta que si bien es cierto el tiempo ha hecho mella en tu cuerpo; al mismo tiempo has aprendido a vivir, a salir adelante, a ser conforme con lo que se tiene, a ser agradecido con lo que no se tiene, a recordar con felicidad los buenos y malos momentos y a valorar lo que se tiene en ese preciso momento.

Y es que la verdad en mi vida, en mi historia, las bendiciones me las ha dado Dios al pasar el tiempo. Ahora puedo ver atrás y recordar cada una de las cosas tangibles e intangibles que he obtenido, y reconfirmo esto.

Ahora tengo unos padres ejemplares a los que quiero imitar -reflexión que no hubiera hecho si no hubiera pasado el tiempo-, ahora tengo un esposo que me ama y a quien prometí toda mi vida honrar, tengo una hermana en la distancia a quien puedo amar sin tansiquiera verla, abrazarla o incluso platicar, tengo amigos que con sus historias complementan mi vida, tengo una casa y trabajo por el que cada día debo luchar, tengo un Dios Padre, Hijo y Espiritu Santo que está conmigo y disfruta mi pasar en el tiempo...finalmente tengo una bella y perfecta hija de 8 meses
que al mirarme con ternura hace vibrar mi corazón dándome ánimo para esperar con ansia el futuro, recordar alegremente mi pasado y vivir plenamente el presente.

Definitivamente las bendiciones vienen con el tiempo y qué bueno que para Dios, que es el centro de mi vida, un segundo es como mil años y mil años como un segundo. Por eso puedo vivir en paz!